Nos compromete con su mirada imparcial,
dejándonos inermes por demás,
adjudicándonos verdades inasequibles.
Nos roba las oleos
para devolvernos lienzos
con cada cosa en su sitio.
Y cuando tenemos todo este soliloquio,
alborotandonos el futuro,
nos duele un poco ver que los miedos tuvieron sus victorias.
Pero también es cierto que no fueron los únicos en triunfar,
y que son nuestros para presumir.
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