Yo, que no creo mas
que en el producto de nuestras manos,
en la voluntad que nos sostiene
y en la virtud de nuestra artes,
no puedo ofrecer consuelo
mas que el de un deseo simple:
Que el tiempo encuentre las manos
arquitectas de lo inmenso;
Alimente las voluntades
con la tenacidad infinita;
Entrame las virtudes en
caminos impensados aun;
y que sea, de esta comunión ciega,
el resultado de lo mejor que podamos,
para bien, o para mal.
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