1/2/11

Relato I


Hacía una noche de esas mas que otras en que la ceguera era opacada, apenas, por una imperceptible no-luz que dibujaba el reborde de la cortina mal cerrada. El ventilador rompía el aire en astillas intermitentes de fresco que no llegaban a sobornar a la incomodidad para preservarme en la guarida de las sabanas, con las que, a causa de esto, me disputaba el espacio en mi cama.

En el lecho contiguo tenían un encuentro demente mi insomnio y la soledad casual; habían decidido, de más esta decirlo, no dejarme dormir con su jolgorio febril del que, no muy a mi gusto, era testigo casi escribano. No era que me incomodase... mas bien era envidia.

En esto estaba que las horas pasaban una tras otras alcanzando la meta que me asediaría a timbrazos por la mañana, cuando, saturado de mis pensamientos y las risas mudas de mis indecorosos compañeros de celda, note que entre la nada se escondía una presa.

-Que vital la decadencia que me encierra en los sentidos y me conduce a esta rapiña! - Pensé.
La tomé de allí que se esparcía en lo hondo, con la piel de áspera calaña y agonía mas grandes que las mías; su hálito casi que decapitaba al calor de frío y sus extremidades eran mazmorra húmeda y llena de la congoja mas profunda que conocí nunca; su pelo trascendía al negro y se perdía en la bruma; su sexo era tan ingrato y desolador como una piraña muriendo a la espera de carne.

La violé como un trapo que nada me convida sino su moho tórrido y añejo, mientras me suplicaba con lágrimas de acero una piedad de la que no poseo. La piel y la sangre en procesión teñían esta locura que acabó por verterme en su interior... murió ahí mi intención; pero ella siguió destrozando mi cuerpo inerme mientras yo caía rendido en mi asco.

Astuta la víctima me convirtió en la presa: se hizo del fruto que le regalé sin permiso para cultivarlo en su cáliz, lo germinó en descendencia basta que pobló las siguientes noches y hoy... que puedo decir hoy?

Esta es ahora la familia que me reclama por las noches: vos Oscuridad... vos y todas nuestras hijas.

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