En una crisálida impenetrable...
tras un muro;
las descripciones bastardean la realidad
que intento detallar vanamente,
porque el agravio de las palabras
(tan humanas, tan celdas, tan caprichosas)
no propone ni una mísera porción de lo necesario
para reconstruir un ímago fiel.
Sin contemplaciones me largo a tu encuentro:
descarado rumor de la arrogancia mas pura
y un egoísmo tan déspota que me amarra la cordura,
la tortura y aborrece,
la decora de perversas noches de deseos,
la desnuda para venerarla,
le escupe el rostro,
la saborea.
Toma el alma arrastrándola por miel y arena;
ungüentos de antiguos manuscritos…
tapices de memorias.
Un pergamino lleno de inconciencias
proclamando una espera trascendente:
El momento aspirando;
derrochando nadas por ahí.
Para dedicarte una sonrisa y sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario