5/11/11

Pequeña canción a la lluvia

En la caricia amansó
y el canto en su voz
pospuso mi llanto;
en su pelo lo enfundó,
su mano me dio;
su oído y su corazón
que es de sal
(mi perla de mar).
Mi amiga y mi confidente,
te debo epitafios,
que disolverás en tu piel
cuando vuelvas acá...

Otra vez a morderme las penas
y a bailar conmigo hasta el amanecer.
Ojalá tus manos destierren
Todo mi veneno interior.
Tanto amo tus ojos celestes
que son como canciones de cuna
para mi joven soledad.

Es el aroma que va
desarmando, de a trazos,
que roba a la tierra,
mejor que un ensueño.
Su frío suspiro arde
infame en mi esternón;
y le ruego, no olvide
volver otra vez
a mis brazos que abiertos
esperan reclamando al cielo,
que es mensajero
de tu desnudez de cristal.

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