Resulta que uno tiene la vida acomodada al olvido.
Son los ecos los que nos lastiman,
o al menos la posibilidad de que existan.
Así es como, con una destacada sonrisa,
caminamos hacia la hipocresía auto infringida.
Y muy tarde nos damos cuenta que las salidas
se vuelven menos frecuentes.
Como puertas cada vez mas distanciadas,
mas pequeñas, sin importar en que dirección camines.
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