Untó sus manos de adulto precoz
en tus sueños hechos de oropel,
y con su botín arrancó
el último vestigio de esta humanidad.
Sin frío y sin hambre en su nido.
Es una noche y una voz
que se ahoga en la nada;
Frió que arrastra voraz al desinterés.
La conciencia no entrena verdugos
como suele hacerlo la ignorancia.
La conciencia no entrena verdugos,
esa es su inseguridad.
Al ver el pétalo caer,
Como una lagrima en la salina,
algo me dice que no pretendes cambiar.
Hay cosas que no se pueden vender, y, no así, su idea.
Latente en cada sector de nuestro propio miedo está la clave para uno de los
negocios más descarados del proselitismo voraz: la inseguridad.
En la propia arrogancia que caracteriza al ser humano en su
totalidad como especie, rara vez recordamos que somos animales de instinto, y
que, frente a situaciones extremas, cualquier tipo de etiqueta está por debajo de
la supervivencia. Articulado así el modelo en el que nos movemos, damos por
sentado una base de estabilidad y no recordamos que la miseria es un pilar
fundamental de la sociedad de consumo titánico a la que nos acostumbraron. Y
tanto como nuestra ceguera, egoísta y heredada, es tal la respuesta a esta
violencia desde los sectores marginados.
Seamos sinceros, poco y nada hacemos para demostrar a los
que no tienen la “suerte” de encontrarse incluidos, que nos importa apenas un ápice
su vida.
¿Cómo podemos ser tan negligentes de esperar que sea
importante nuestra vida para aquellos que, siendo arrasados por el esquema del
que nos alimentamos, no figuran en nuestras mentes más que con una mirada de
desprecio?
No quiero con estas palabras justificar la violencia
innecesaria, solo dar cuenta de que es imposible solucionar un problema si no
nos reconocemos parte del mismo. La inseguridad que tanto nos metieron en la
cabeza no es más que el miedo en respuesta a la necesidad de la conservación
del poder. El estado no puede vivir sin guerra, es su única manera de
justificar el monopolio de la fuerza (pilar de su conveniente legislación), y
si no puede realizarla hacia afuera, la genera hacia adentro.
Ser conscientes no quita que elijamos ignorar. Y esto es
mucho peor que ser ignorante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario